Hicimos 7 entrevistas entre el 15 y 22 de mayo a manifestantes en Medellín o en torno al Valle de Aburrá, todas y todos participaron de la mayoría de concentraciones desde el 28 de abril de 2021, son cinco mujeres, dos hombres, un hombre afrocolombiano, una mujer de un pueblo originario (coloquialmente llamado indígena), sus edades están entre los 18 y 25 años, aunque la mayoría están entre 20 y 21 años y todas y todos son estudiantes universitarios.
Las personas entrevistadas son muy distintas entre sí, la diferencia es una potencia y una gran escuela en este acontecimiento histórico con jóvenes como protagonistas. Documentar con respeto etnográfico nos permite romper estigmas y hasta estereotipos: por un lado las mujeres son mayoritarias y definitivas y otro ejemplo (en un ejercicio poppereano de falsear) es que uno de los entrevistados pertenece a una iglesia evangélica.
En el discurso de las y los manifestantes acá se puede extraer que la lectura que tienen sobre la sociedad, el Estado y el gobierno, no es sólo transaccional, sino que hay una sensibilidad hacia los gestos y un interés por los símbolos, por eso se convierten en un interlocutor más desafiante, en tanto pueden interpelar el discurso y los metarelatos de una dirigencia y algunos dispositivos (como medios de comunicación) y reclamar la complejidad de un proceso para restablecer la confianza que lo requiere todo: lo tangible, lo simbólico y nuevos emisores.
Intentamos hacer esto de forma descriptiva y sin un sesgo, pero sí con propósitos:
1) Combatir la desinformación.
2) Humanizar, impedir escaladas de violencia y cerrar ciclos de violencia.
3) Respetar a las y los jóvenes desde su capacidad de agencia y la más libres filosofía republicana.