Medellín esta dividido en 21 territorios -16 comunas y 5 corregimientos-. Algunos territorios tienen menos homicidios, sin embargo en todos los territorios el homicidio tiende a ser aceptado con explicaciones como: eran celos, una disputa entre vecinos por un lindero, un ladrón ajusticiado, competencia entre plazas de vicio, ajuste de cuentas al interior de una organización criminal, un atraco que terminó en desastre, etc.
Lo que nos muestra que la posibilidad de que ocurra un homicidio en algún territorio de la ciudad, aparece al pasar una línea delgada que se agrava en zonas más excluidas en la periferia donde hay control territorial de mafias y los adolescentes tienen pocas redes de apoyo para protegerse.
Entre agosto de 2016 y julio de 2017 fueron cometidos 539 homicidios en la ciudad de Medellín. El 51,8% de homicidio fue contra jóvenes de los 10 a los 28 años y 8,1% contra menores de de 18 años lo que nos muestra una cruda problemática de violencia contra jóvenes y adolescentes en la ciudad.
Tasa de homicidios jóvenes y total. Agosto 2016 – Julio 2017.
El perfil promedio de joven víctima de homicidio entre agosto de 2016 y julio de 2017 es un hombre, soltero, de 25 años, que vive en la comuna 7 de la ciudad en estrato dos y que no tiene antecedentes delictivos. Por lo general los hechos ocurren en la noche, mientras se desplazaba a pie en la vía pública, con arma de fuego y su asesino era un conocido.
Perfil promedio del joven víctima de homicidio en Medellín. Agosto 2016 – Julio 2017.
Un Mal Lugar para solucionar un problema
En 2015, mediante entrevistas a familiares, amigos y vecinos, reconstruimos la vida y la muerte de 12 jóvenes y adolescentes asesinados en Medellín entre el 2011 y 2015. De un extremo esta el caso de un integrante de una banda criminal, dedicado al sicariato y sin intensiones de salirse del grupo. Y del otro extremo un compositor de música, reconocido por ser alguien tranquilo, y claramente no hacia parte de ningún grupo delincuencial.
En estás 12 historias, nos encontramos con habitantes de seis comunas y dos corregimientos de la ciudad. Tres estaban involucrados en el crimen – y de esos tres– dos habían cometido homicidio; uno fue colaborador ocasional en asuntos que no dan cárcel –tales como comprar el licor para un jefe criminal o mandar razones entre integrantes de una banda. Finalmente, y hay que resaltar que, los ocho restantes no hacían parte de ningún tipo de estructura o actividad criminal.
Con estas 12 historias llegamos a comprender que la actividad delincuencial no es una característica propia de las víctimas jóvenes de homicidio (y seguramente tampoco de los adultos). Nos surgen entonces dos dudas: ¿cuál es la mecánica del homicidio en Medellín? Y ¿Cuál es el patrón de los asesinatos a jóvenes?
Dejamos de lado la idea de un gran grupo criminal, con un único jefe, enfrentado al Estado, o las disputas entre bandas criminales por grandes partes del territorio en la ciudad. Y por el contrario nos encontramos con agrupaciones criminales en pequeños lugares muy específicos de la periferia que terminan mezclados con historias que van mas allá de tener control sobre el territorio o la renta, tal como lo son las relaciones afectivas, la sexualidad, las fiestas y el consumo entre jóvenes.
Algo común en estas 12 víctimas de homicidio es que todas vivían en algún barrio periférico de la ciudad controlado por algún grupo criminal. Al profundizar en las historias nos encontremos que si se es adolescente en Medellín y se vive en el lugar equivocado lo pueden asesinar tanto por estar en el grupo criminal como por no querer ser parte.
Nos encontramos con la historia de un joven que tenía que salir del barrio a altas horas de la noche a reciclar y los integrantes de un grupo criminal en una época de fuertes peleas con otro grupo, llenos de paranoia, le ofrecieron hacer parte de su grupo, este se negó y lo comenzaron a agredir, las agresiones fueron subiendo de tono durante meses hasta terminar asesinándolo. También el caso de un adolescente que no quiso seguir sirviendo de mandadero a los del grupo delincuencial y termino siendo asesinado.
Sorprende además que en 11 de los 12 casos de homicidio, concurrieron episodios, amenazas o situaciones que alertaban sobre el riesgo de ser asesinados semanas, meses y hasta dos años antes.
Reconstrucción de 12 historias de homicidio entre 2011 y 2015.
En las entrevistas a familiares, amigos y vecinos de las 12 víctimas de homicidio vimos que hay víctimas con una muy buena relación con la madre, con el padre y con ambos. Madres protectoras, abuelas cariñosas y familias bonitas. Pero lo común y determinante en todos los casos de homicidio es que son familias pequeñas que habían llegado a Medellín una o dos generaciones atrás y que no eran de las familias fundadoras (y grandes) del barrio.
Por lo cual las familias de víctimas de homicidio se encuentran muy solas en el barrio sin el apoyo de tíos, tías, primos y primas…u otras opciones para pedir ayuda y protección. Aquí estamos ante un joven o un adolescente que es más fácil de aislar, y que su homicidio no genera rechazo en el barrio al no hacer parte de las familias reconocidas del barrio.
Al entrevistar en 9 de los 12 casos a una madre, nos encontramos con la profunda culpa de una mujer -muchas veces enterrando muy sola a su hijo- que está convencida que de alguna manera el homicidio también es su culpa. Es común que afirmaciones como: no hacía caso, se quedaba hasta muy tarde afuera de la casa, fumaba y salió sin permiso, se empiezan a convertir en la justificación para el homicidio.
Cultura frente al homicidio.
Por ultimo, como rasgo característico de las víctimas de homicidio, se puede encontrar el consumo de marihuana ya que la venta y el consumo se da en lugares periféricos de la ciudad que pueden ser muy peligrosos y muy influenciados por grupos criminales.
Inclusive, algunos jóvenes que nos acompañaron a hacer recorridos por sus barrios nos han señalado que la manera de consumir y festejar con amigos sintiéndose protegidos es hacerlo lejos de donde lo hacen los integrantes de grupos criminales. Sin embargo en 3 de las 12 historias reconstruidas, las víctimas no tenían la posibilidad de hacerlo alejados de la banda, porque en estos lugares la banda controla todos los espacios donde se reúnen los adolescente, las fiestas y el consumo.
Conclusiones
Algunas historias de homicidio a jóvenes son publicadas en los medios de comunicación porque son historias extraordinarias, que llaman más la atención al ser jóvenes nombrados como referentes en movimientos culturales y arte urbano o con acceso a relacionarse con personas de la alcaldía o personas influyentes en la ciudad. Esto garantiza que se hagan todas las investigaciones judiciales y operativos policiales frente al hecho, pero la mayoría de jóvenes en la ciudad son asesinados y olvidados ya que no hay justicia estatal y hay aceptación social y moral.
Ademas de que los asesinos no serán condenados por el estado, también hay un permiso social para cometer el homicidio al considerarlo “normal o “aceptable” clasificando las victimas de “buenas” o “malas” y buscando mínimas razones que hagan “merecer” a la víctima ser asesinado.
Después de comprender que no todas las víctimas de homicidio pertenecen al crimen o cometieron un crimen, hay una sola recomendación de volver a un absoluto: nada justifica el homicidio. Sin excepciones que den lugar a que siga ocurriendo.