Jóvenes y drogas: la fiesta de los tristes
Cuando consultamos e indagamos con jóvenes y adolescentes de Medellín, el consumo de drogas se entiende como una forma de escapar del ruido, del miedo de no saber qué hacer con la animadversión de alguien armado, de los gritos y la violencia en el hogar. Los adolescentes mencionan que consumen drogas por tristeza, depresión, aburrimiento, soledad, angustia, rabia, desespero, miedo, impaciencia y mal genio. Otras categorías como vergüenza, humillación y timidez hablan de la falta de autoestima o de la insatisfacción consigo mismo. En términos generales, vemos que en una misma persona puede haber momentos en los que necesita calmarse y otros en los que necesita animarse, y llama la atención que la tristeza sea la principal causa (Encj, 2015).
Actualmente encontramos que muchos de los espacios de fiesta, socialización y entretenimiento en la ciudad como conciertos, espectáculos masivos y lugares públicos para el “parche” , se han vuelto la excusa para el consumo. Incluso, como sucede en algunos vecindarios pequeños y no demasiado numerosos, algún grupo criminal logra controlar todos los espacios y establecimientos, hasta llegar a definir las fiestas o apropiarse de ellas. Y es común que no haya ofertas para los adolescentes y la noche para ellos esté definida por el consumo de sustancias ilegales, principalmente de drogas, mediado por la injerencia de un grupo criminal.
En cualquiera de los casos, pareciera que no se percibe más placer y éxtasis; sus asistentes reflejan, por el contrario, sensaciones de huida y evasión: ¿escapan de la realidad? ¿Hasta qué punto la dinámica de consumo actual es el resultado de emociones como la tristeza y la sensación de vacío o de malestar personal en los jóvenes? ¿Cómo se relaciona la edad de iniciación con estas condiciones?
Medellín se ha convertido, referenciada por una gran cantidad de portales digitales relacionados con el turismo, contenidos culturales y de entretenimiento, como “una capital cool”, un referente de turismo del mundo. Sin ser una ciudad grande, y con una gran infraestructura destinada para ello, ha logrado construir una identidad visible y atractiva: la capital del reggaetón, el exotismo de lo popular, el atractivo de sus calles y barrios, una hipersexualización de lo femenino y, transversal a todo este relato, una relación directa en esa amalgama de estas cosas —que son, a su vez, sexo, droga, alcohol, amistad, amor y socialización— puedan ser plausibles bajo el control y espacialidad del grupo criminal —ligado al control de ciertos espacios de socialización y ciertos momentos de fiesta—o ¿Deshinibiciòn?).
Sería posible preguntarse si estas condiciones posibilitan una exacerbación del problema de consumo de drogas en la ciudad (Entendiendo que Medellìn ha sido siempre una ciudad muy consumidora) y si no hacerle contención a esos valores puede terminar validando y eternizando esa cultura y esa identidad asociada al consumo. Este texto pretende brindar respuestas que permitan una aproximación a estas inquietudes.
El panorama local de la política pública sobre drogas
Son muy pocos los programas y las intervenciones que existen en la ciudad para prevención del consumo (Medellín Me cuida y Consumos Conscientes en la pasada administración y la política pública de salud mental y adicciones en esta administración); no conocemos cuál es su enfoque, como tampoco sabemos cómo se mide la intervención para la prevención, y aunque reconocemos que la anterior administración planteó una perspectiva diferente frente al consumo de drogas, pensada desde la reducción de daños y los consumos conscientes, su falta de continuidad, convierten en inocuas las capacidades de intervención frente a la problemática. Desde Casa de las Estrategias y nuestra lectura, el problema para esta y otras administraciones, ha sido abordado más como un asunto seguridad y no de salud pública).
A nuestro juicio, el decreto de regulación del consumo de drogas en el espacio público, más que una herramienta persuasiva, es un instrumento legal y un marco jurídico para intervenir cuando lo necesiten, entendiendo esta necesidad como un mandato ciudadano, una percepción equivocada de inseguridad que asocia el consumo a otras dinámicas delictivas, incluso a instrumentos y operaciones políticas.
En este sentido, nos preguntamos ¿Cómo desmantelar la gran logística?; asumiendo la visión económica y rentística de los grupos, combos y franquicias delincuenciales que administran toda la cadena —llegando hasta la venta e, incluso, interviniendo y controlando quién, cómo y en dónde se consume—. ¿Cómo construir una seguridad asertiva y cuidadora y tener una institución policial acorde para esta apuesta?.
Ahora bien, al examinar los consumos por estrato socioeconómico se tiene lo siguiente:
Fuente: Elaboración propia a partir de Ministerio de Justicia y del Derecho (2019) y Gobernación de Antioquia (2021)
Con el anterior gráfico se muestra que, tanto el estudio hecho a nivel nacional como el que se hizo para el departamento evidencian una relación positiva entre el estrato socioeconómico y el consumo reciente de sustancias ilegales. Esta tendencia resulta interesante pues enseña que la concentración del consumo está en los segmentos socioeconómicos más altos; sin embargo y paradójicamente, son los estratos bajos los que presentan las cifras más altas de abuso y dependencia.
Poniendo el foco en las diferencias territoriales se encuentra lo siguiente:
Fuente: Elaboración propia a partir de Ministerio de Justicia y del Derecho (2019)
De acuerdo a los datos del Estudio Nacional de Consumo de Sustancias Psicoactivas de 2019, es posible constatar que el Área Metropolitana de Medellín, y el departamento de Antioquia en general, presentaron, en ese entonces, las cifras de prevalencia de consumo reciente más altas del país:
- En el gráfico anterior se observa que solamente el Área Metropolitana de Medellín tiene la tercera prevalencia más alta a nivel nacional. Esta sería la cifra más alta para un área metropolitana.
- Si se sumara la prevalencia del Área Metropolitana (5,44 %) y la del resto de Antioquia (2,59 %), se obtendría un 8,03 % de prevalencia, en consecuencia, sería el territorio con la mayor proporción de población que reporta haber consumido recientemente una sustancia ilícita.
- El estudio de la Gobernación de Antioquia de 2021 reporta que la prevalencia de consumo en el último año solo para Medellín fue del 4,6 %.
El estudio de consumo en estudiantes también presenta cifras territoriales:
Fuente: Ministerio de Justicia y del Derecho (2022)
Según el Gráfico 3, también se encuentra que la prevalencia de consumo en la población escolar antioqueña es una de las más altas del país y ocuparía la primera posición en el listado si se exceptúan los departamentos de la Amazonía colombiana, cuya composición poblacional es mayoritariamente indígena y donde el uso de sustancias psicoactivas es parte de sus costumbres desde muy temprana edad, así las cosas, Antioquia es el departamento con mayor prevalencia de consumo de sustancias ilícitas.
Por último, vale la pena mirar el comportamiento del consumo en Colombia y Antioquia según grupos etarios:
Con este último gráfico se identifica que la prevalencia de consumo nacional se concentra especialmente entre los 18 y los 24 años, mientras que para Antioquia se percibe un comportamiento casi invariable de la prevalencia en los grupos de 18 a 24 años y de 25 a 34.
Para resumir: el departamento de Antioquia presenta las cifras de prevalencia de consumo reciente más altas del país a la luz de la información disponible. La edad media de iniciación se encuentra por debajo de la mayoría de edad (15,3 años) y el consumo reciente de sustancias ilícitas se concentra en población entre los 18 y los 34 años; sin dejar de mencionar que, a mayor nivel socioeconómico, más alta es la prevalencia de consumo.
El consumo de drogas en menores de edad es un problema serio, y la consecuente adicción, fatal. Quitarle una mirada adultocéntrica al problema de drogas no es naturalizar el consumo a temprana edad, ni banalizar la adicción, sino darle un lugar legítimo a la emoción que los lleva a consumir.
“Yo consumía cocaína, tusi, ruedas y marihuana más que todo, pero hoy en día alejado del tusi, del perico y todas esas cosas, ya con el tiempo uno se da cuenta que esas cosas le quitan a uno el hambre, le sueño, el gusto, ya después uno se siente mal, que no quiero que me hable cierta persona, que no quiero que nadie me trate, que estoy resabiado, que estoy en receso. Entonces son cosas que lo aburren a uno y la verdad soy sincero y ya he hablado con mi papá y en varias ocasiones si he probado nuevamente marihuana, pero no la cogemos de costumbre porque una cosa lleva a la otra y eso hay que tenerlo claro, si yo me fumo un cigarrillo de marihuana ya al otro día no voy a sentir lo mismo porque el cuerpo le pide a uno más, entonces uno empieza acceder a más y más y ahí es donde uno llega de nuevo a la recaída donde estaba antes, es decidir, no es que lo cojamos de costumbre, yo tengo compañeros que a veces fuman marihuana, entonces uno se encuentra con ellos y ellos salen con un cigarrillo, yo si fumo cigarrillo normal desde el otro día que salí, porque me sentía super estresado, pues estaba bien porque estaba con mi familia y me habían recibido bien y todo, pero ya es otra realidad porque hoy en día la calle está dura en trabajo, entonces son cosas que uno se pone a pensar.”
l. ¿Hay relación entre consumo de drogas y estado emocional?
No se puede soslayar el hecho de que los factores que explican el consumo y las adicciones a las sustancias psicoactivas son diversos y concomitantes. Los estudios han determinado que los aspectos genéticos, patrones de la personalidad, así como el entorno sociocultural, tienen peso en la aparición del fenómeno.
Ahora bien, dentro de las investigaciones de corte psicosocial han aparecido de manera más concreta esfuerzos por comprender la relación entre consumo, adicción y dificultades en el manejo de emociones. De acuerdo con este tipo de trabajos académicos, las drogas representan una alternativa externa que posibilita la mitigación de estados emocionales negativos ante la incapacidad de los individuos para comprender, regular y manifestar emociones de manera consciente y efectiva. Desde esta perspectiva, se pone el énfasis en las habilidades de las personas para asumir y gestionar la carga emocional derivadas de las demandas, presiones y condicionantes del medio en el que se encuentran.
Dentro de la literatura se ha denominado inteligencia emocional (IE) a las competencias y habilidades para el manejo de emociones. Según Villarreal et al. (2020), algunos de los hallazgos expuestos bajo este enfoque señalan que dicha habilidad se encuentra afectada en la población que consume drogas; a su vez, se ha identificado la existencia de correlación entre IE y abuso de sustancias, así cómo también se han detectado bajos niveles de IE con mayor consumo de tabaco, alcohol y drogas.
La población adolescente y joven, que atraviesa grandes cambios en los planos psicosociales, emocionales, cognitivos y físicos, está particularmente expuesta a vulnerabilidades que suponen mayor riesgo de consumo problemático. La vulnerabilidad psicosocial es un factor de riesgo que agrava el consumo pero, además, existen aspectos propios de los y las adolescentes como las necesidades que no están siendo atendidas. Fernández et al. (2009) presentan los resultados de algunos estudios que enseñan que las emociones negativas incontroladas, la aparición frecuente de sentimientos de desagrado, enfado y tristeza y, en general, bajos niveles de inteligencia emocional están relacionados con una mayor tendencia al consumo de tabaco, cannabis y drogas ilegales en jóvenes. Los autores arguyen que las habilidades emocionales son un elemento protector frente al consumo de sustancias psicoactivas y que la incapacidad de gestionar y reparar el estado emocional es un factor relevante que explica la iniciación en el consumo como medida para contrarrestar déficits emocionales.
Cabe resaltar que la edad de inicio no es una estadística banal y anecdótica. Hernández et al. (2009) sostienen que la edad de iniciación es una variable central en muchos estudios a partir de la cual se ha logrado establecer, por ejemplo, que territorios europeos con mayor prevalencia de consumo de sustancias tienden a ser aquellos cuyos consumos empiezan en edades más tempranas. De igual manera se expone que el periodo de iniciación puede ser explicativo de la posterior regularidad en el consumo y del tránsito de aquellas legales hacia las que hacen parte del comercio ilegal; incluso se ha dicho que el consumo de drogas es una fiesta de escape, no de alegría encontrado que el inicio temprano de consumo de drogas es ya en sí mismo, un consumo problemático.
ll. ¿Qué podemos concluir?
La creciente y exponencial problemática del consumo en los y las jóvenes de Medellín permite afirmar que no existen restricciones ni barreras socioeconómicas para el acceso al consumo de drogas en la ciudad, sino, más bien, varían los espacios y dinámicas de consumo donde se pone en juego la calidad y “seguridad” de lo que se consume, es decir, varían los riesgos asociados.
Con lo anterior se quiere hacer una llamado de atención sobre unas circunstancias que probablemente estén teniendo lugar en el escenario local de consumo; siendo Medellín una ciudad con las características propias de prevalencia de consumo, más aún si se observa que:
“La adulteración de las drogas de abuso es una práctica bien establecida a nivel mundial y en Colombia esta práctica no es ajena a una problemática social que:
“La adulteración de las drogas de abuso es una práctica bien establecida a nivel mundial y en Colombia esta práctica no es ajena a una problemática social que genera implicaciones alarmantes para la salud pública. En este estudio se logró evidenciar que el 99 % de las muestras son adulteradas, y todos los adulterantes tienen actividad farmacológica antagónica o sinérgica en el organismo.” Alcaldía de Medellín (2022).
Por último, desde Casa de las Estrategias somos claros en afirmar que no estamos de acuerdo en que, como sociedad, permitamos que los y las jóvenes se acerquen al consumo de drogas, sobre todo en edades tempranas y bajo los riesgos ya mencionados. Por eso, invitamos a todos los actores públicos y privados y al conjunto de la sociedad en general a construir una reflexión crítica acerca de la idoneidad del enfoque de reducción de daños y riesgos como única estrategia. ¿En qué tenemos que ceder desde cada uno de estos tres abordajes en lo político, cultural y social para encontrar un consenso que nos permita llegar al mejor abordaje frente a esta problemática?
Se hace urgente este abordaje desde una mirada menos adultocéntrica, que reconozca las angustias, sentimientos y pulsiones propias de la adolescencia y exacerbadas o adicionales en las adolescencias populares. Y animamos desarrollos que desestigmaticen, pero que también desincentiven sin miedo, el uso de sustancias con la información, ayuda y alternativas para todos y todas.
Referencias
Fernández, B., Jorge, V. y Bejar, E. (2009). Función protectora de las habilidades emocionales en la prevención del consumo de tabaco y alcohol: Una propuesta de intervención. Psicooncología, 6,1 243-256
Gobernación de Antioquia, ASCODES y Escuela contra la Drogadicción. (2021). Informe técnico. Estudio de consumo de sustancias psicoactivas para el departamento de Antioquia, sus subregiones y Medellín 2021. Medellín.
Hernández, T., Roldán, J., Jiménez, A., Mora, C., Escarpa, D., y Pérez, M. (2009). La edad de inicio en el consumo de drogas, un indicador de consumo problemático. Psychosocial Intervention, 18(3), 199-212.
Ministerio de Justicia y del Derecho – Observatorio de Drogas de Colombia (2019), Estudio Nacional de Consumo de Sustancias Psicoactivas Colombia 2019. Bogotá DC.: ODC.
Ministerio de Justicia y del Derecho – Observatorio de Drogas de Colombia, Ministerio de Educación Nacional. (2022), Estudio Nacional de Consumo de Sustancias Psicoactivas Colombia en población escolar 2022. Bogotá DC.: ODC
Ministerio de Salud y Protección Social. (2021). Mapeo de las zonas y comportamientos de consumo. Bogotá
Riquelme, M., García, F., & Serra, E. (2018). Desajuste psicosocial en la adolescencia: socialización parental, autoestima y uso de sustancias. Anales de Psicología/Annals of Psychology, 34(3), 536-544
Villarreal, J., Navarro, E., Muñoz, G., Rodriguez, L., y Pacheco, L. (2020). Habilidades de la inteligencia emocional en relación con el consumo de drogas ilícitas en adultos: una revisión sistemática. Investigación en Enfermería: Imagen y Desarrollo.
Alcaldía de Medellín, Universidad Nacional. (2022). Informe de riesgo químico de sustancias psicoactivas circulantes en Medellín. Medellín.
Casa de las Estrategias. Ciudades Sin Miedo: Reducción de homicidios sin atajos. (2022). Medellìn.