Alicia Betania Sánchez López
Antes de partir hacía Colombia, un amigo le regaló a Alicia un reloj, un objeto que se convirtió en su fiel compañero durante su travesía, fue una brújula en sus día desde el eco de su amistad. Lo llevaba consigo en cada paso y hoy es una guía para recorrer los nuevos caminos.
Hace poco lo extravío entre sus cosas y su ausencia marcó un vacío en la rutina, pero el destino, caprichoso y generoso a veces, se lo devolvió así como vuelven los recuerdos.
Mientras cruzaba la trocha en los caminos de la frontera, por primera vez, sintiendo el miedo que latía en su pecho, el reloj estaba ahí, recordándole que no estaba sola, que habían vínculos que trascendían las distancias.
Han pasado dos años desde aquello y Alicia cuenta con tres hijos a su lado, la compañía de su mamá y su hermano, quienes estaban esperándola un diciembre y la convencieron de quedarse.
El viaje migratorio no termina en la llegada a Cúcuta, continúa en la construcción de un nuevo hogar, de una nueva vida.