Ruth Ester Álvarez Luna
Mientras Ruth teje sus recuerdos, un bolso destaca como un símbolo de amor y protección.
Hace cinco años su madre le entregó a Ruth un vínculo tangible con el hogar que dejaba atrás, en este bolso empacó papeles y ropa, pero también toda su vida y durante su tránsito ha cargado en él un abrazo reconfortante de su madre, una presencia silenciosa durante su travesía hacia lo desconocido.
Este objeto ha sido un testigo mudo de la historia de Ruth, lleva impreso el peso su maternidad, pero también la fuerza y el sacrificio de su madre quien no pudo acompañarla en su partida. Cada costura es un hilo que une sus corazones a pesar de la distancia, una conexión que ha trascendido distancias, fronteras y desafíos.
Salir de Venezuela no fue una elección para Ruth, fue una necesidad urgente debido a una relación sentimental que la dejó expuesta y vulnerable frente a las fuerzas de seguridad de su país. Ellos, irrumpieron en su vida, fracturando su hogar y dejando cicatrices físicas y emocionales que aún duelen en lo más profundo de su ser. El bolso, como un escudo protector, la acompañó en su huida hacia la seguridad, hacia la posibilidad de un futuro mejor para ella y sus hijos y al mismo tiempo hacía la incertidumbre.
Cruzar la trocha fue atravesar el umbral del miedo y la desesperación. Con su hijo y su bebé en brazos, enfrentó la oscuridad. En su travesía fue abusada, maltratada en cuerpo y alma, pero su determinación y el amor por sus hijos la impulsaron a seguir adelante, a aferrarse a la luz en medio de la tormenta.
A pesar de las adversidades, el bolso sobrevivió como un testamento de su fortaleza y su resiliencia. En cada paso hacia adelante, en cada lágrima derramada, llevaba consigo el recuerdo imborrable de su madre y el amor incondicional que la impulsaba a seguir luchando, a seguir creyendo en un mañana lleno de esperanza y oportunidades.