Bárbara Victoria Bello Cruz
Este secador, aunque común en su función, se convirtió para Bárbara Victoria en su herramienta de supervivencia y progreso en momentos difíciles. Con más de 20 años como estilista integral, Bárbara inició su carrera trabajando con secadores. A través de su objeto, pudo mantenerse económicamente en Venezuela y costear sus estudios en Administración de Empresas e Informática en la Universidad Nacional Experimental Rafael María Baralt, en Ciudad Ojeda.
Su secador de cabello no solo le permitió alcanzar su profesión, también se convirtió en un símbolo de identidad y arraigo como lo cuenta: “la estilista de la familia”. Bárbara representaba mucho más que una habilidad técnica; era el apoyo emocional y la confianza de sus seres queridos. Cuando llegó la hora de partir de Ciudad Ojeda aquel año 2017, este objeto se convirtió en su pasaporte hacia Medelllín, como si se tratara de un futuro no tan incierto.
En su travesía, el secador de Bárbara no solo fue una herramienta de trabajo, sino también un bálsamo para el duelo migratorio. Su llegada a Medellín se trazó porque guardaba un encargo de su comadre, pues se había comprometido en el cuidado de sus tres ahijadas; y su principal apoyo fue el secador, se convirtió en su tabla de salvación. A los tres meses encontró trabajo en una peluquería cercana al barrio Enciso y forjó nuevas amistades que perduran hasta el día de hoy.
A pesar de haber dejado atrás su carrera de estilista en Medellín, Bárbara encontró nuevas oportunidades laborales como modelo webcam. Su ingenio y habilidades como bailarina, le permitió adaptase a los desafíos de su nueva vida, demostrando una vez más su resiliencia y determinación. La historia de Bárbara y su secador de cabello es un recordatorio de la importancia de la inclusión y el apoyo mutuo en las personas migrantes. Su experiencia resalta la capacidad de adaptación y el potencial de contribución de aquellos que, como ella, buscan construir un futuro mejor lejos de casa.