María Dolores Dos Santos Beltrán
Hace siete años, el bolso de María se convirtió en mucho más que un simple accesorio. Fue un regalo de su hermano, un símbolo palpable de su amor y su cuidado hacia ella y su bebé y a pesar de que él ya no esté físicamente, el bolso sigue siendo un puente que une sus corazones, una presencia reconfortante que nunca se desvanece. Cada vez que María Dolores sostiene ese bolso entre sus manos, siente la calidez del amor fraternal que lo impregna y aunque la ausencia de su hermano sea dolorosa, el bolso se convierte en un recordatorio que puede abrazar de los momentos felices compartidos juntos. El viaje hacia Colombia, hace siete años, fue una travesía marcada por la esperanza y la búsqueda de una vida mejor. Junto a sus hijas y su suegra, María Dolores dejó atrás las dificultades en Venezuela para reunirse con su esposo, quien ya estaba en Colombia trabajando duro para asegurar un futuro para su familia. El cuñado de María Dolores fue el puente que facilitó su llegada a Colombia, ofreciendo la promesa de oportunidades laborales y un nuevo comienzo. Con la esperanza como guía, María Dolores y su familia emprendieron el viaje hacia lo desconocido, llevando consigo el amor y el recuerdo de aquel hermano querido que los acompañaba en espíritu. En este bolso, María ha guardado bellos recuerdos, empacado sus más profundos deseos y contenido el valor que le tiene a la memoria de su hermano quien la acompañará siempre pues ella tiene un pedacito de él en su corazón pero también en sus manos