Angelisth Márquez Duarte
Angieliseth ha elegido un porta-retrato como su objeto más preciado, un regalo de su madre que la acompaña desde hace 8 años. En Caracas, este porta-retrato ocupaba un lugar especial en la sala de su hogar, exhibiendo una foto de su familia: su único hermano, su madre y su esposo. Cuando llegó el momento de migrar, Angieliseth lo incluyó en su maleta, consciente del valor emocional que representaba.
Hoy, en su hogar en Apartadó, Colombia, el porta-retrato sigue ocupando un lugar destacado en su sala. Cada vez que Angieliseth lo mira, rememora los momentos de felicidad compartidos cuando vivían todos juntos en Caracas. Es en esos momentos de nostalgia o tristeza que toca el porta-retrato, encontrando consuelo en los recuerdos de su tierra natal y en el amor de su familia.
Para Angieliseth, este objeto es más que un simple porta-retrato; es un vínculo con su pasado y un recordatorio constante de su deseo de volver a vivir cerca de su familia, anhelando la posibilidad de reunirse nuevamente y recrear la felicidad que una vez compartieron.